En estos tiempos donde el fascismo latinoamericano y los escenarios de violencias y muerte tanto individual como colectiva es el pan de cada día, es consecuente recordar el legado del padre, académico e insurgente Camilo Torres Restrepo. Seguimos la enseñanza de camilo Afrontando estos difíciles tiempos en el encuentro y la unidad desde el amor. Ese amor eficaz del que hablaba Camilo, que se vislumbra en la acción de cambio de las condiciones que rodean y oprimen al prójimo, desde lo que siente, piensa, hace y sufre, y así luchar por la libertad, tanto individual como colectiva. Todos los tiempos lo son de cambios, aquellas movilizaciones sociales, artísticas y políticas que tuvieron lugar décadas atrás son la semilla de lo que hoy significa la resistencia y en esa vía de historias en las que nos encontramos, entendemos que la revolución aún no se ha hecho, la revolución la hacemos todos los días. Los tiempos del siglo pasado donde la voz de Camilo se alzó en la esperanza de un cambio, no son muy distintos a los que hoy vivimos, desigualdad e inequidad social, una clase dominante que cada vez concentra más el poder económico y político de este país. No en vano él, al creer fidedignamente en el pueblo, en el compromiso con la clase popular, en el amor eficaz con el que se entregaba, proclamaría una consigna que hoy debe ser la bandera de tanta de nuestras luchas: “Cuando el pueblo se decide a luchar hasta el fin no habrá ninguna potencia que pueda ser superior a la potencia de ese pueblo que quiere su libertad” A esa revolución que debe pensarse y hacerse día a día, Camilo Torres nos invita a amarnos, a romper con las relaciones verticales, a la organización popular, a acabar con el caudillismo y con el sectarismo, porque su pensamiento pero sobre todo su existir radicó en la necesidad de que "Insistamos en lo que nos une y prescindamos de lo que nos separa” porque de nada nos sirve tener una burguesía acaudillada que busca desde sus comodidades la solución a sus problemas personales y campesino empresariales, mientras el obrero, la maestra, el taxista, la empleada, el constructor y demás personas están “ dispersos” como cantaba Ana y Jaime, en homenaje a Camilo, insistiendo en la unión, esa misma que él hizo y que tenemos como tarea caminar aquella palabra para que se vuelva acción y luchar por los cambios estructurales que generen una vida digna en Colombia.
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